miércoles, 22 de abril de 2020

Elías Tormo, mucho más que un historiador del arte 1869 - 1957



Elías Tormo, 
mucho más que un historiador del arte
1869 - 1957


Elías Tormo por Mariano Benlliure


En plena Plaza de España, en el elegante y afrancesado edificio de la Real Compañía Asturiana de Minas encontramos esta placa, en memoria de  Elías Tormo y Monzó.

                            


Sin embargo su labor no puede quedar restringida únicamente a su ingente tarea como historiador del arte de  España.

Con su esfuerzo personal, sus estudios y sus innumerables publicaciones logró preservar numerosos monumentos que sin él habrían desaparecido. Gracias a él  gran parte del valiosísimo patrimonio artístico español ha podido llegar hasta nuestros días.

                         

A través de su influencia como catedrático, rector, senador  y finalmente ministro de Instrucción Pública, logró minimizar el expolio sin control que en aquellas fatídicas décadas de principios del siglos XX, se estaba llevando a cabo por magnates extranjeros sin escrúpulos, como el famoso Hearst.

En aquella mísera y cuasi analfabeta España, consiguió evitar la desaparición de joyas de nuestra arquitectura que, si bien en algunas ocasiones desaparecían por el estado de ruina y abandono en que se encontraban, en otras en cambio, sucumbían bajo la piqueta del supuesto progreso, por culpa de autoridades no menos ignorantes.

Su figura debería ser reconocida igualmente por haber apoyado la revolución educativa que se había desencadenado en España desde finales del siglo XIX a través de la Institución Libre de Enseñanza. 

                

Elías Tormo fue quien convirtió lo que hasta ese momento había sido un ensayo educativo, en un sistema oficial de enseñanza para toda España, publicando la ley que otorgaba oficialidad al plan educativo de Giner de los Ríos. 

Pero la labor de este gran docente fue más allá. Trasladó a la universidad, a través de su cátedra de Historia del Arte la filosofía de enseñanza que la I.L.E. había implantado en las escuelas. 

Trasladó las aulas a los museos, en especial el Museo del Prado, impartió sus clases recorriendo las calles, enseñando a sus alumnos a aprender in situ el arte español. De ahí su bien merecido apodo de "historiador viajero".

Como prolífico e incansable autor de obras relacionadas con el arte y la historia de España, publicó numerosos libros, editó revistas y fue el director de la sección de arte del importantísimo Centro de Estudios Históricos.

Fundó la revista Archivo Español de Arte y Arqueología, junto con otro gran maestro medievalista, Manuel Gómez Moreno.

           
Es preciso destacar asimismo, su labor para dar a conocer el patrimonio nacional, dando los primeros pasos en lo que ahora todos conocemos como turismo cultural, redactando guías turísticas en varios idiomas para que los visitantes pudieran valorar y conocer los monumentos españoles.

Elías Tormo no debería quedar relegado a una mera referencia bibliográfica en los libros de Historia y de Arte, sino que debería ser reconocido por el gran público, por todas las razones que he mencionado anteriormente y otras muchas que intentaré desgranar a continuación: 

Retrato de Elías Tormo por Álvarez de Sotomayor

Reseña biográfica:

La llegada de Elías Tormo al mundo de la historia del arte fue tardía y alcanzó sus profundos conocimientos en un primer momento de una manera autodidacta. 

Procedía de una acomodada familia de agricultores de Albaida, Valencia, y la tradición familiar le hizo estudiar Derecho. 

Gracias a la ayuda de su tío, que le costeó los estudios, pudo hacer la carrera de Derecho en Valencia y casi al mismo tiempo, pero a distancia, la carrera de Filosofía y letras en la Universidad de Madrid. Con 22 años ya había obtenido el doctorado en ambas carreras. 

Su enorme capacidad para el estudio le permitió con tan sólo 27 años aprobar las oposiciones de catedrático de Derecho Natural en Santiago de Compostela.

Pero sus inquietudes se alejaban cada vez más del mundo jurídico y de manera autodidacta se convirtió en un estudioso infatigable de la historia y el arte español, obteniendo con 33 años la cátedra de Teoría de la Literatura y la artes de Granada.


                       

Elías Tormo, se casó en 1896, con María Dolores Cervino, hija de Joaquín José Cervino, magistrado del Tribunal Supremo y destacado escritor romántico español del siglo XIX.

En el año 1900 la familia Tormo se trasladó a una vivienda alquilada del edificio de la Compañía Asturiana de Minas en la Plaza de España de Madrid.

En esta foto podemos ver algunas anotaciones manuscritas del maestro, que tuvo que entrar a vivir cuando aún no habían terminado las obras de construcción y ni siquiera habían retirado los andamios.

               

Tuvieron siete hijos. Desgraciadamente su esposa murió de parto en 1912, cuando la hija mayor, Constanza, tan sólo contaba 15 años, siendo ella quien tuvo que asumir el gobierno de la casa y el cuidado de sus hermanos, hasta su toma de hábitos como carmelita descalza en 1931, en contra del parecer de su padre. Elía Tormo nunca volvería a casarse.

Las numerosas publicaciones de Elías Tormo ya se habían hecho conocidas en los ambientes culturales del momento y cuando en el año  1913 se crea la primera cátedra de Historia del Arte en España, en la Universidad Complutense de Madrid, se le concede la plaza, en disputada pugna con su amigo y compañero Manuel Gómez Moreno. Contaba con 35 años de edad.




Elías Tormo llegaría a ser Decano, Vicerrector y Rector de la Universidad Central de Madrid




Su intervención en el mundo de la política fue casual. Con 34 años y, pese a sus iniciales reticencias, se presentó a diputado a Cortes para sustituir la candidatura de su cuñado que acababa de fallecer. 
Su carrera política se desarrolló paralela a su inmersión en el mundo de la cultura y el arte. 


Palacio del Senado a principios del siglo XX
Fue diputado en una ocasión y senador en nueve legislaturas, llegando a ser vicepresidente del Senado hasta en dos ocasiones.

Siempre se consideró monárquico y católico y militó en el partido de Antonio Maura.


 Antonio Maura y Alfonso XIII

Ocupó también otros altos cargos administrativos: fue Comisario de Bellas Artes en 1903 y Presidente de la Comisión Permanente del Consejo de Instrucción Pública desde 1920 y más tarde Presidente del Pleno del mismo. 

Su carrera culminó con el nombramiento como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el gobierno del general Dámaso Berenguer (entre el 24 de febrero de 1930 y el 18 de febrero de 1931) el penúltimo del reinado de Alfonso XIII.

El final de su vida académica coincidió con la Guerra Civil. Fue perseguido por haber sido ministro de la monarquía y tuvo que exiliarse en Roma, donde siguió trabajando intensamente desde la Escuela Española de Roma.

Fue represaliado con el asesinato de su hijo Germán y también perdió a uno de sus yernos. En cuanto a su patrimonio, perdió algunas propiedades y su biblioteca, que a duras penas consiguió recuperar tras la contienda. 

Pero adentrarse en la figura de Elías Tormo precisa necesariamente, un acercamiento a su personalidad y a su aspecto más humano. Entre todas las anécdotas que he podido reunir sobre el carácter y la talla humana de Elías Tormo quiero destacar tan sólo algunas de ellas:

En Grecia, provocó un incidente diplomático cuando, invitado como ministro, desapareció en busca de arte, alojándose en pensiones de tercera mientras era buscado por los servicios de inteligencia.

Dormía con lo que él llamaba su "traje de dormir" con zapatos incluidos, para poder levantarse a trabajar a horas intempestivas y no perder tiempo.

En aquella época era vegetariano y se alimentaba casi exclusivamente de frutas y verduras.

En San Petersburgo, dejó atónitos a los sacerdotes de rito oriental al confesarse en latín.

Fueron famosas sus cenas de los jueves en el Palacio de Liria invitado por el Duque de Alba.

Viajó, con horror, por la Alemania nazi, donde, por su aspecto físico y su nombre, debía circular con un pase especial que demostrara que no era judío.

Senador del reino, viajaba siempre en tercera clase para no encontrarse con la alta sociedad.

Recorrió multitud de pueblos remotos de Salamanca en compañía de su amigo Miguel de Unamuno en carreta de bueyes.




Como viajero infatigable, en una ocasión, siendo ministro de Instrucción Pública, recorrió Galicia subido en la baca de un autobús, traqueteando por trochas junto con cabras y gallinas, mientras escribía sus interminables notas en un cuadernillo de hule. En uno de esos viajes la Guardia Civil le conminó a identificarse. El asombro de la Benemérita fue mayúsculo al encontrarse a un ministro en una baca de un autobús, pero aún lo fue más cuando rechazó cualquier otro asiento y siguió su camino entre cabras y gallinas.

Elías Tormo, humanista:

Pero más allá de sus logros académicos y políticos se encuentra su obra como humanista, que es lo que realmente le diferencia de otros personajes de igual éxito profesional. 



                   


Como legado autobiográfico escribió su mejor obra "Mis confesiones filosóficas" en la que junto a "Memorias a mis nietos" y "Mis confesiones políticas", narra anécdotas de su vida personal dando a conocer su visión y su postura ante la vida.

                    
 

Siguiendo a uno de sus biógrafos, Luis Arciniega, podemos decir que Elías Tormo formó parte de una generación única e irrepetible, junto con Menéndez Pidal y Gómez Moreno, que sirvió de fundamento para las ciencias humanas en España por lo que merece ser recordado y reconocido.

Entre sus mejores amigos contaba con figuras tan importantes como Miguel de Unamuno, el doctor Gregorio Marañón (que además fue su médico personal) y el duque de Alba (con el que se reunía semanalmente para debatir sobre temas culturales).

Acudía asiduamente a las tertulias que se celebraban por ejemplo en el Palacete de Osma, actual sede de la fundación Instituto Valencia de Don Juan.


Preservación del patrimonio artístico nacional:

Su tarea para preservar el patrimonio artístico español empezó muy pronto. 

Desde la perspectiva actual podemos afirmar sin temor a equivocarnos que toda su vida giró, tal vez de manera inconsciente en un principio, en torno a la preservación del patrimonio cultural nacional. Su polifacética vida, inmersa en los ambientes educativos, políticos y culturales del momento, siempre estuvo enfocada hacia un objetivo situado por encima de intereses de cualquier tipo, incluso personales, que era, sin duda, la protección del arte español.

Desde su ingreso en el Senado en 1907 defendió el Tesoro Artístico Nacional y además de denunciar las ventas fraudulentas de obras de arte, propuso la creación de los museos diocesanos para depositar las innumerables obras religiosas que se desperdigaban por todo el territorio nacional. En su defecto instaba a que las piezas se enviasen para su custodia a los museos nacionales.

Presentó un proyecto para la creación del cuerpo de restauradores de provincias.

Uno de sus mayores logros fue evitar la progresiva destrucción de las murallas de Ávila. De este modo fendió en la Gaceta de Madrid (10.08.1930) la conservación de las murallas de Ávila:


"El respeto a las nobles piedras, pergaminos que son de la nobleza de la ciudad, ha de triunfar de toda mala idea de modernidad en tales rincones: Ávila (...) ha de sentir la emoción sagrada que toda unidad debe al genio de su propia historia"
              

También consiguió la recuperación de los grabados de Rembrandt robados de la Biblioteca Nacional.

                                  

En el desarrollo de esta titánica  tarea, en numerosas ocasiones se tuvo que enfrentar con la iglesia católica, por lo que tuvo que anteponer su objetivo de preservar el patrimonio artístico frente a los intereses eclesiásticos y ello a pesar de ser profundamente creyente y católico practicante.

En Granada se opuso al cardenal y arzobispo con motivo del traslado del coro de la catedral que modificó la rotonda de Siloé.

Elías Tormo, a la izquierda de la foto, con el rey Alfonso XIII

Consiguió el apoyo del rey para detener la moda italianizante de retirar los coros de las catedrales sin informar al Real Patronato y siendo ya ministro redactó las bases para las negociaciones con la Santa Sede en defensa del tesoro artístico e histórico nacional.

              
En Valencia se enfrentó al arzobispado cuando pretendía demoler iglesias dañadas durante la guerra civil, alegando que las acciones de derribo de las iglesias igualaban las pérdidas causadas por los rojos "ikonoklastas" con las de los blancos eklesioklastas". 

Consiguió que las Reales Academias a las que pertenecía, RABASF y Real Academia de la Historia,  emitieran informes que permitieran declarar muchos monumentos con la calificación de monumentos arquitectónico-artísticos con especial incidencia en su tierra natal: Montesa, Játiva, Alzira, etc.






Su labor docente:


Su labor docente creó escuela y tuvo un gran número de discípulos, entre los que se encuentran figuras destacadas de la historiografía del arte español como Sánchez Cantón, Angulo, Lozoya o Lafuente Ferrari entre otros muchos.


En la docencia, Elías Tormo fue un viajero incansable y un destacado impulsor del contacto directo con la obra de arte, fomentando el excursionismo, los viajes profesionales y las prácticas y docencia directa en los museos.

Este interés se muestra también en algunas de sus obras como las Cartillas excursionistas:
Guadalajara, 1919, Alcalá de Henares, 1919, Ávila, 1919, Segovia, 1920, Aranjuez, 1929

Y en las guías artísticas: Levante, 1923; Iglesias del antiguo Madrid, 1927; Monumentos de españoles en Roma, 1940; etc. 


      


Esta pequeña lista no agota su bibliografía, que es extensísima, tanto en número como en las materias objeto de atención: pocos períodos artísticos se sustraen al interés y erudición de Elías Tormo. 

En sus cargos académicos siempre buscó el consenso y el apoyo de las distintas tendencias ideológicas que anidaban en la Universidad Central. 

Prueba de su talante conciliador fue el hecho de que ligara su aceptación del cargo de rector con el nombramiento como vicerrector de Blas Cabrera, conocido izquierdista (depurado en el Franquismo), a quien nombró rector cuando dejó el gobierno de la Universidad para ocupar el cargo de Ministro de Instrucción Pública. 

Junta Directiva de la Ciudad Universitaria de Madrid en 1931

En este último puesto quiso consensuar los nombramientos de los gobiernos de las universidades con el mundo académico de cada institución, apaciguando así las incesantes protestas que habían agitado el mundo universitario durante el periodo político del general Primo de Rivera.

Fue durante la Segunda República, cuando Elías Tormo, desvinculado totalmente de sus cargos políticos, se centró en la actividad docente e investigadora, publicando numerosos estudios. 


      


También emprendió varios viajes con estudiantes universitarios. En 1932 realizó una peregrinación a Tierra Santa y al Próximo Oriente. 
    

De entre todos sus viajes el que alcanzó más renombre fue el crucero de estudios que realizó en 1934 por el Mediterráneo con la flor y nata de la Academia española, con sus alumnos de la Universidad. Recorrieron Italia, Malta, Egipto, Tierra Santa, Turquía, Grecia y Francia.




Terminada la Guerra, ya jubilado, se reincorporó, aunque ya con carácter honorífico, a sus quehaceres académicos desde el nuevo Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), regido por sus discípulos y que se considera continuador de su labor.

También dentro del CSIC fue nombrado vocal del Patronato Menéndez Pelayo y Consejero de Honor.

Durante la dictadura del general Franco volvería a ser elegido diputado (Procurador en Cortes) en 1949 en representación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 



Junta para la Ampliación de Estudios y C. E.H.

Elías Tormo también estuvo vinculado a otras prestigiosas instituciones como la Junta para la Ampliación de Estudios y Centro de Estudios Históricos:

Mantuvo contactos previos con la Institución Libre de Enseñanza y la Junta de Ampliación de Estudios a través de su participación en la Revista Cultura Española. 




El decreto fundacional del Centro de Estudios Históticos, CEH, encaja perfectamente con la filosofía de nuestro protagonista: "El sagrado deber de descubrir nuestra propia historia patria en todas sus esferas"

En 1913 fue nombrado primer director de la sección de Arte del Centro de Estudios Históricos, compartido con la dirección en la sección de arqueología de su amigo Manuel Gómez Moreno. 

El ambiente intelectual que se respiraba en el CEH supuso un auténtico estímulo para el trabajo y las ambiciones de Elías Tormo, baste señalar que contaba con la compañía de Menéndez Pidal, como presidente.

Entre los objetivos más destacados del CEH cabe señalar la creación de un Fichero de Artistas, continuación de la labor iniciada por Ceán Bermúdez, de un fichero fotográfico, la catalogación de la escultura sepulcral de España anterior al S. XIX, que quedó reducido a Guadalajara.


                                    


Asimismo en el CEH se colaboró activamente en el desarrollo de la nación asesorando y colaborando con el Patronato Nacional de Turismo, y se publicaron varias guías artísticas que que se vieron truncadas por la llegada de la República incluido el catálogo monumental de España que elaboraban Angulo y Lafuente.

Ambas secciones se complementaron hasta el punto de cristalizar en el nacimiento en 1925 del Archivo español de Arte y Arqueología, revista fundada por ambos maestros.


Museo del Prado:

Su relación con el Museo del Prado fue muy temprana y a él acudió como docente, conferenciante y miembro de su patronato.

Uno de los pocos objetivos que no logró ver cumplidos en aquella época, fue su deseo de llegar a ser director del Museo del Prado. Aunque es preciso reseñar que en 1930 cuando fue nombrado Ministro, se le ofreció la presidencia, pero la rechazó al considerar que en aquel momento su función debía ser otra.

Consiguió que los historiadores de arte tuvieran cabida en la toma de decisiones del Museo del Prado.
Se iniciaron las tareas de catalogación, denunció la presencia de despachos y sirvientes personales en el museo que llevaron a lamentables consecuencias como el robo del Tesoro del Delfín. También se opuso al envío de obras a embajadas y consulados.


        

La faceta de mayor reconocimiento en el museo fue sin duda convertir el museo en aula para su magisterio y auditorio para la difusión del conocimiento. 
Por sus salas acompañó a reyes y personajes ilustres que visitaban Madrid y pronunció conferencias institucionales como la del centenario del museo en 1919, las dedicadas a Goya, Velázquez, etc.

En el mismo Museo del Prado impartía sus clases de doctorado.




Tras la guerra civil ya jubilado, fue nombrado profesor del Museo del Prado y mantuvo cursos libres y gratuitos, haciéndole merecedor de un reconocimiento público concediéndole la medalla conmemorativa esculpida por E. Pérez Comendador en 1943.






Reales Academias:

En 1913 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, época a la que pertenece el siguiente retrato 

         

Su labor también fue incesante y prolífica, realizó decenas de informes y como en otras instituciones, mostró de modo persistente y combativo su desazón por el abandono, pérdida y enajenación del patrimonio español.

               


En 1919 ingresó en la Real Academia de Historia


                 



Su discurso de entrada "Los Gerónimos" fue contestado por Gabriel Maura, hijo de su amigo Antonio Maura, y del que había sido profesor en su juventud.

Como siempre fue un miembro muy activo y podemos destacar su trabajo en la comisión para la elaboración del Manual de Arqueología y la comisión de Estudios Medievales, siendo el responsable de la declaración de la ciudad de Granada como ciudad monumental en 1942.
                              

   

Dentro de España fue académico de las Reales Academias de San Luis de Zaragoza, de San Carlos de Valencia y de la Academia de Bellas Artes de Toledo.

Fuera de España fue miembro correspondiente de la Hispanic Society of America de Nueva York, de la Academia Nacional de Bellas Artes de Lisboa y de la Academia de Bellas Artes de Nápoles.


           



La Junta de Iconografía Nacional, J.I.N.

Hasta la llegada de Elías Tormo a la JIN, esta institución era una especie de museo de retratos de personajes ilustres. A partir de 1912 se convirtió en uno de sus miembros más activos, junto con sus discípulos Sánchez Cantón y Lafuente Ferrari, logrando que se hicieran daguerrotipos y fotografías que sirvieran para el estudio y la difusión de las obras de arte.

En aquella época la catalogación a base de fotografías resultaba muy costosa a la vez que laboriosa, pero a partir de 1920 logró que estuviera incluso a disposición de los estudiantes universitarios.

Como resultado se publicó el libro "Las viejas series icónicas de los reyes de España"en 1917, que incluía fotografías de gran calidad.

               


En este punto hay que destacar el permiso especial que obtuvo para "visitar lo no-visitable", es decir para poder entrar en monasterios de clausura que estaban vedados completamente a las visitas y que nadie sabía con exactitud los tesoros artísticos que podían contener entre sus muros.


                       

De nuevo Elías Tormo consiguió hacer realidad uno de sus sueños, entrar en el Monasterio de la Encarnación y de Las Descalzas Reales de Madrid y catalogar y fotografiar su interior, algo que nunca se había realizado hasta entonces.


Precursor del Turismo cultural.


Fue un adelantado a su tiempo y un visionario en lo que al potencial turístico de España se refiere.

Nadie hasta entonces había descrito los monumentos españoles como lo que nosotros conocemos ahora como guías turísticas.

Inició la edición de las famosas "Cartillas excursionistas y Guías artísticas" que explicaban brevemente con fotografías los detalles que consideraba imprescindibles par que cualquier visitante entendiera el valor de lo que estaba contemplando.

Estos preciosos cuadernillos estaban escritos también en inglés y francés con la finalidad de que sirvieran de atracción para los turistas extranjeros.


Fotografía incluida en la Guía sobre Guadalupe
               

España seguía siendo la gran olvidada entre los viajeros que recorrían Europa, en busca de los tesoros artísticos del viejo continente.

Para Elías Tormo el turismo cultural debía estructurarse para generar beneficios económicos a la economía del país. Algo realmente novedoso para la época.



Los años fuera de la universidad 1936 - 1957:

La guerra civil sorprendió a Tormo en Roma donde permaneció salvo esporádicas visitas a la familia en Valladolid.
Allí siguió trabajando, para la Enciclopedia Italiana y como conferenciante, con un total de 230 conferencias en 3 años.
Publicó varios libros entre ellos "Monumentos de españoles en Roma y de portugueses e hispanoamericanos"

Reconocimientos y homenajes


Tras la guerra civil recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica de España y de Santiago de España en Portugal.
En 1947,La Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, junto a Gómez Moreno.
En 1949, el CSIC publicó una serie de sus artículos en un libro homenaje.
En 1953 la Sociedad española de Excursiones le nombró presidente de honor.
En 1954 recibió el homenaje del Instituto de España



Fue pertinaz viajero, maestro en el descubrimiento de España y en la exploración de sus monumentos, un hombre dotado de una memoria prodigiosa, honesto, austero y leal, de principios ante todo patrióticos pero tolerante y pactista.




Durante toda su vida se mantuvo fiel a sus principios y sus convicciones, su familia siempre fue fundamental para él. 
A pesar de haber enviudado muy joven, nunca se volvió a casar y siempre contó con el apoyo y el calor de su numerosa familia. Su gran satisfacción personal fue poder disfrutar de sus últimos años de vida, hasta su fallecimiento en 1957, rodeado por sus hijos y nietos.









Para finalizar repetimos las palabras que sobre él dijo su nieto, Germán Tormo,  con motivo de la donación de gran parte de su archivo a la Fundación del Hospital San Juan de Valencia en el año 2005:

"Como buen investigador, su interés y curiosidad fueron inmensos. Viajero impenitente, recorrió Europa y el Cercano Oriente en una búsqueda infatigable de conocimientos, descubrimientos artísticos y, por qué no decirlo, metafísicos.(...) Se liberó de toda atadura que impidiera su investigación y búsqueda del conocimiento. Fue capaz de rechazar homenajes y medallas de Alfonso XIII, capaz de proponer a Franco un cambio de capitalidad para apaciguar al nacionalismo catalán, de impedir la entrada de la policía en el campus de la universidad, de enfrentarse al gabinete de Berenguer en defensa del indulto de anarquistas condenados a muerte. Las características que definieron a Don Elías fueron su honradez, su amor al trabajo, su espíritu crítico, su fe y su total tolerancia a las opiniones ajenas".


                                                                                                         Madrid, abril 2020




Bibliografía:

- Elías Tormo, Luis Arciniega, Colección Maestros de la Historia del Arte, CEHA

- Archivo Personal de Elías Tormo, Biblioteca Histórica, UCM, Juan Manuel Lizárraga Echaide


- La Escuela del CSIC en Roma: Cien años de memoria, de Ricardo Olmos Romera (pág. 328 y ss)












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